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Alberto Hidalgo: un vanguardista peruano en las Pampas



Por Ariel Fleischer/ Recordar el nombre de Alberto Hidalgo en estas páginas es un acto de justicia. El olvido tejió sombra sobre su poesía que sin embargo se sobrepone por el peso de sí misma. Quizá el constante beligerar y la enorme arrogancia del poeta hallan conminado a jugarle una mala pasada pero esos aspectos de su persona, que también son parte constitutiva de su obra, no permiten llevar al olvido a quien fuera uno de los mayores poetas que dio América.

Buenos Aires. Vanguardias.
Alberto Hidalgo Lobato nació en la ciudad de Arequipa, Perú, el 23 de mayo de 1897. Estudió medicina en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de San Marcos, en su país natal, y luego abandonó la carrera absorbido por la poesía.
En 1916, junto con Alberto Guillén, Juan Parra del Riego y Abraham Valdelomar, se unió al grupo Colónida, que supuso una renovación de la poesía peruana del momento; por aquellas revistas que nucleaban al grupo había otro joven con quien Hidalgo compartiría sus horas: César Vallejo. A los 18 años se trasladó a Lima, editando allí sus primeros libros donde se advierten algunas características permanentes de su obra: el inconformismo, la insolencia, la provocadora personalidad. Admirador ferviente de Verlaine, Rimbaud y Baudelaire, Hidalgo se transformó en uno de los primeros introductores del futurismo en el continente y fue influido fuertemente por las ideas de este movimiento.

Hacia 1919 viajó a Buenos Aires para permanecer en la ciudad sólo por algunos meses. Sin embargo su estadía se extendió hasta 1967, año de su muerte. Seguramente el naciente vanguardismo del Plata, Buenos Aires como capital del mundo hispanoamericano de las letras y las mujeres de las que Hidalgo hacía gala, convencieron al poeta de su afincamiento en la ciudad.

En 1920 viajó a Europa. De su paso por el viejo continente queda el testimonio de la conferencia España no existe, leída el 25 de julio de ese año en el mítico café "Pombo", la peña literaria de Ramón Gómez de la Serna. A su regreso comenzó a colaborar en los diarios La Nación y El Mundo y se vinculó con los cada vez mas numerosos círculos literarios.
Su obra siguió editándose en Buenos Aires y publicándose en diarios, revistas y periódicos como Martín Fierro, órgano principal de la vanguardia poética. Indiscutiblemente, por estos años, A. Hidalgo fue uno de los principales animadores del movimiento vanguardista. Esto lo prueba el volumen Índice de la nueva poesía hispanoamericana (1926) compilado y prologado por él, Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro; como también la creación de la mítica Revista Oral, revivida con estas palabras por Leopoldo Marechal: "...hacíamos una revista oral que consistía en que cada uno de nosotros dijera (...) lo suyo. Alberto Hidalgo se ponía de pie de repente (era en el sótano del Royal Keller, una cervecería de tipo alemán) y decía año 1, número 3 y luego venían las editoriales, las colaboraciones, se leían poemas, se hacían críticas literarias generalmente furiosas...". En uno de sus libros Arturo Lagorio recuerda cómo una noche "memorable" se realizó un "juicio literario" a Alberto Gerchunoff, eligiéndose jueces, acusadores y fiscales para emprender el pleito. Esta anécdota revela el fragor bullicioso de la revista fundada por Hidalgo, la que contó con la presencia de numerosos poetas y escritores, entre ellos Jorge L. Borges, Nicolás Olivari, Francisco L. Bernárdez, Oliverio Girondo, Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal y Raúl Scalabrini Ortiz.

Simplismo.
En la época que va de 1916 a 1922, Hidalgo elabora su primera "doctrina poética", el Simplismo. Esos años dan paso a una nueva estación donde el poeta se detiene. El vanguardismo inicial de su obra, materia cubo-futurista, se racionaliza y se adhiere a nuevos preceptos estéticos: "...lo único a que aspiro -escribe en 1923- es a expresar lo que no se ha expresado, atrapando una EXPRESION que contenga la inquietud del espíritu humano en la hora presente..." (sic).

La base de acción se modifica, el campo de la vanguardia a nivel continental adquiere nuevos trazos y resonancias manifiestas: los ismos están en plena carrera, la que los llevará a la modernización de las artísticas y las poéticas; la vanguardia destruye el modernismo e impone novedosos criterios de gusto, renueva instituciones con su crítica, polemiza con los grandes escritores de la generación del Centenario, produce nuevos discursos e introduce las últimas corrientes europeas en el arte, la música, la poesía; busca la renovación del ambiente. El periódico Martín Fierro se presenta interpelando a un nuevo público. Desde los anuncios ("Si usted juzga que el colaborar en los grandes diarios supone talento, no lea Martín Fierro") hasta el clásico manifiesto de la neosensibilidad redactado por Oliverio Girondo (dirigido a la impermeabilidad hipopotámica del "honorable público") se construye un mundo nuevo de lectores: su base es la novedad, el estilo no corriente, la ruptura con el molde clásico. En este margen, Hidalgo, que ha pulido su técnica, promueve un nuevo movimiento: postula un ismo basado en la fuerza de la imagen metafórica, el adjetivo preciso y la justeza de las palabras. Los libros que publica en este período son la aplicación de su doctrina: "...intento aquí un arte mío, un arte personal, incatalogable, por la briosa independencia que le distingue en las escuelas poéticas antiguas o modernas, aunque haya tomado elementos del "cubismo" de apollinaire, del "creacionismo" de reverdy, de otros "ismos". voy en busca de un "simplismo" -¡he ahí un título para mi manera!- artístico, libre de toda atadura, ayuno de retórica, huérfano de sonoridad, horro de giros sólitos y sobre todo de lugar común...." (sic).

Esta etapa de su poesía marca la senda por la que el poeta ha de transitar a lo largo de sus siguientes publicaciones: su fuerte impronta personal, su egocentrismo, lo lleva a la composición de una poética que reivindica la autonomía del verso, en donde busca las máximas posibilidades de la expresión a través de la metáfora. Es tal la importancia que Hidalgo le atribuye a este elemento que su definición de verso esta centrada en él: "...el verso es un conjunto de palabras en que interviene la metáfora...", escribe en 1945. Donde no hay metáfora no hay verso, aunque haya metro, ritmo y rima, sostiene. De modo que cada verso se compone de una o varias metáforas; esto hace que el poema cobre una fuerte carga, una densidad extrema, salvable, según Hidalgo, por la intromisión de la pausa: "...En el simplismo las pausas tienen una importancia insospechada. Las pausas vienen a ser algo así como entreactos. No se prescinda de ellas en la lectura, si se quiere vivir en plenitud el instante de poesía que fluye de cada verso, independientemente de la armonía global del poema. La pausa no es un recurso tipográfico, sino un estado psicológico. A veces tiene más valor que el verso que la precede...". La importancia de este recurso fue llevada al extremo en el poema Nada simplista (1925) donde bajo este título Hidalgo publica un "poema en blanco" o "de lectura ausente". Estas nociones de metáfora y pausa conforman lo que el poeta llama el "verso natural": aquel que puede ser leído individualmente, verso a verso; o lo que es lo mismo "un poema de varios lados": "...poema en el que cada uno de sus versos constituye un ser libre, a pesar de hallarse al servicio de una idea o de una emoción centrales...".

Muerte y suicidio. El Dr. J. Gomez Nerea.
Pasado el furor vanguardista, los primeros años de la década de 1930 encuentran al poeta apoyando al Partido Aprista y a su candidato, Haya de la Torre. Luego de algunos breves viajes a Perú, al regresar a Buenos Aires para establecerse definitivamente, la desgracia lo golpea. Su mujer muere, Hidalgo intenta suicidarse y no publica poemas hasta que en 1933 edita Actitud de los años, donde relata su experiencia de "posesión" que lo rescató de la muerte.

Por estos días la situación económica de Hidalgo empeora pero su creatividad lo provee de un nuevo trabajo: con el seudónimo de "Dr. J. Gómez Nerea" publica una colección de diez libros titulada Freud al alcance de todos, que salen entre 1930 y 1945, editados por Tor con un importante éxito comercial. Según sostiene el "Dr. Gómez Nerea" en la advertencia preliminar a la colección, su propósito es responder a la "impostergable urgencia de hacer una vulgarización de Freud" para "entregar al lector argentino, a quien presumo interesado en conocerlo, una síntesis de Freud, realizada lo más sencillamente posible". La obra no presenta un carácter científico relevante pero, sin embargo, se convirtió en la primera divulgación del pensamiento freudiano en la Argentina y más tarde en portugués, idioma al que fue traducida. Los libros reproducen la versión castellana de las Obras Completas de Freud, traducidas por Lopez Ballesteros, e incluyen algunas reseñas de casos "atendidos" por el Dr. Gómez Nerea. La arrogancia del poeta también aparece en estas páginas: "Haré un aparte para decir que jamás he visto mejor expresada esta idea de que la voz es un efecto del miedo, o mejor aún, de que la voz es un efecto contradictorio de la oscuridad, de manera que puede reemplazar a la luz, que en un poema del poeta peruano Alberto Hidalgo, realizado seguramente con ignorancia de la tesis freudiana. Considerando que ese poema contribuirá a facilitar la comprensión de ésta, lo transcribo..." escribe el Dr. Gómez Nerea, en un ejercicio de autocita.
Diario. Poesía.
En 1938 aparece su particular Diario de mi sentimiento, especie de hoja de ruta donde Hidalgo traza el perfil del mundo intelectual entre los años 1922 y 1936. Desde el prólogo se muestra polémico: allí expone sus dudas acerca de si llamar a su libro "Diario..." porque sería entonces comparable a todos los diarios personales pero "achicaría la importancia de todos los diarios que andan por el mundo y en particular del de Enrique Federico Amiel, al cual debe toda su gloria. Porque el de Amiel es la obra de un pajero (nadie se alarme por mis vocablos: yo, dueño de todo el idioma, uso los que me da la gana), y el mío es cosa viva, máscula, fruto de un hombre que sabe emplear sus medios genitales en el momento oportuno y que ante la vida reacciona mostrándoselos. Claro está que yo también me he masturbado, pero de eso hace más de veinticinco años y, en cambio, el poeta suizo perseveró hasta los últimos de su existencia. Si, finalmente, me decidí a usar la palabra determinativa del género, fue para vindicarlo. Pues, a causa de Amiel, se ha estado creyendo que el diario podía ser el vehículo de la acotación quejumbrosa, sentimentalona o cursi, del onanismo literario, en una palabra. Insisto en que ni el "Diario Íntimo" ni su autor merecen la fama que les han confeccionado los chirles, trapaceros, gárrulos, tontos y otros marañones".

En las décadas siguientes aparecen las obras que muestran la verdadera estatura del poeta: Edad del corazón (1940); Poesía de cámara (1948); Anivegral (1952); Odas en contra (1958) y la obra que consideramos más importante de toda su producción: Espaciotiempo (1956). En ella Hidalgo alcanza la cumbre de su poesía con una liquidez de metáforas simples y bellamente logradas, de suma precisión, donde las palabras cobran un ritmo y un color en sí mismas: los sustantivos se convierten en verbos (se verban, diría Hidalgo) dando lugar a unos giros y una sonoridad ajena a toda la poesía anterior. Los versos salen en la lectura como un torrente, como un caudal de agua, como un escupitajo a la cara. Tienen la peculiaridad de otorgar al lector el sentirse, literalmente, absorbido...
En 1944 aparece su Tratado de poética, libro donde expresa su quehacer literario, sus compulsas con el verbo y el recorrido que imponen las musas a su obra. De aquí en adelante, Hidalgo, convertido en olvidado escritor que publica contribuciones en el diario El Mundo, pierde sus horas vendiendo muebles, prosigue su obra, así como también impulsa nuevos talentos: escribe los prólogos a los libros de poemas de Bernardo Horrach, Augusto Elmore y Gyula Kosice. Desde entonces se dedica a cultivar una poesía que encuentra un mayor compromiso con los pobres y con su patria natal. Estas introspecciones poético-sociales se encuentran en sus últimas libros: Carta al Perú, Patria completa y Poesía inexpugnable, así como también en algunos intentos teatrales.

Después de más de cincuenta años de oficiar como poeta recibe en mayo de 1967 el Gran Premio de Honor otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía. Un reconocimiento tardío, quizá por su condición de solitario y polémico.

El 12 de noviembre de 1967 fallece en la ciudad de Buenos Aires. En el entierro llevado a cabo en el cementerio de la Chacarita, donde hoy no se conservan sus restos, el poeta Rubén Vela trazó una emotiva semblanza del amigo: "aquí yace un gigante, un gigante lleno de amor americano; no era un solitario, sino un solidario de América. Hoy la vieja profecía se cumplió: el cóndor voló de regreso al Sol".

Selección de poemas
Semáforo
Mejor es que los ojos como lámparas trémulas se apaguen
Que los sonidos sean transportados a donde nunca se los oiga
Que no acepten el vuelo los vocablos
Que no haya casos cuando yo poeme
Pido la cesantía de las buenas costumbres del lenguaje
La defunción de la gramática
El aniquilamiento del sentido doméstico en el canto
Exijo ausencias cuando yo poemo
Progugno el culto de la errata
El celeste relámpago de la equivocación
El juego mágico de malentendidos entre versistas y leyentes
Para que juntos poememos en perseveración de este prodigio
El poemar repuebla al tiempo
Acrecienta al espacio de perspectivas y de alrededores
Y en tanto que se espacia poemando
Se tiempa para siempre quien poema
de Espaciotiempo (1956).

¿Quién dijo miedo?
Le apuntarán con rifles a la región del saco
el saco ha de dejarles perforar la camisa
la camisa de cándida permitirá que lleguen hasta el pecho
el pecho heroicamente sabrá ahí mismo convertirse en rosa
la rosa echará pétalos por los cuatro costados de la sangre
la sangre comedida irá a entregarle su caudal al río
el río asumirá la empurpurada fisonomía del obrero
y el obrero sin pausas ha de seguir pidiendo
pidiendo que le suban el salario
aunque después sus restos
vayan a exagerar el cementerio
Otros verán que tiene motivos el salario
para creer que es poco lo que le da a la casa
la casa tiene esposa
a la esposa le cuelgan como flecos los hijos
a los hijos no hay pan que no les ladre
no hay ladrido pequeño que no implore un juguete
ni hay juguete tan tonto que se ponga furioso
el día que lo adquieren porque lo rompa un niño
Pero al niño de veras solamente lo encarga
la madre cuando sabe que ha llegado el aumento
al aumento le dan de bofetadas sin asco los patrones
e irreductible la inclemencia de éstos
al perro de juguete
al chico que no ladra
a la madre atrevida que lo compra
y al jornal microscópico del padre
no les queda otra cosa que la huelga
La huelga es la antesala de la muerte
la muerte es una hilera de fusiles
los fusiles son seres
expertos en el arte de asesinar camisas
las camisas se abrigan con los sacos
los sacos son parientes de los pechos
en los pechos revientan las rosas de la sangre
la sangre nunca para hasta que llega al río
y este río de espantos desemboca
inapelable inexorablemente
en el mar sin perdones de la revolución
de Poesía inexpugnable (1962).

Notas
Germán Leopoldo García: Hablan de Macedonio Fernandez. Bs. Aires, Carlos Perez Editor, 1968.
Arturo Lagorio: Cronicón de un almacén literario. Bs. Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1962.
A. Hidalgo: Química del espíritu. Bs. Aires, [Imprenta Mercatali], 1923.
Ellos son: Química del espíritu (1923); Simplismo (1925); Los sapos y otras personas (1927) y Descripción del cielo (1928).
A. Hidalgo: Química del espíritu.
A. Hidalgo: Tratado de poética. Bs. Aires, Ediciones Feria, 1945.
A. Hidalgo: Simplismo. Poemas inventados por Alberto Hidalgo. Bs. Aires, Soc. de Publicaciones El Inca, 1925.
A. Hidalgo: Actitud de los años. Bs. Aires, Manuel Gleizer Editor, 1933.
Dr. J. Gómez Nerea: Freud y el problema sexual. Bs. Aires, Ediciones Porvenir [Ed. Tor] (Col. Freud al Alcance de Todos, vol. I), 193?.
Dr. Gómez Nerea: Freud y el problema sexual. Ibídem. (Pág. 137).
A. Hidalgo: Diario de mi sentimiento (1922-1936). (En la carátula: retrato del autor. Óleo de Emilio Pettoruti). Bs. Aires, Edición Privada, 1937.
Fuente: Esperando a Godot, Número 2 .