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jueves, 4 de noviembre de 2010

ENTREVISTA A CARLOS GARCIA (HAMBURG)



Con un atraso motivado por cuestiones personales tengo ahora el gusto de publicar una nota a Carlos Garcia (Hamburg). Carlos es un estudioso de la obra de Alberto Hidalgo, con una larga trayectoria literaria. Agradezco a él su colaboracion con el blog y pido disculpas por este retraso en una nota que habiamos prometido para el mes de agosto pasado.

Carlos antes de comenzar con las preguntas sobre Alberto Hidalgo, quería pedirte algunas respuestas acerca de tu labor profesional y literaria:

1. Naciste en Buenos Aires y podemos decir que es una ciudad con mucha literatura: ¿Cuándo surgió tu interés por la literatura? ¿Qué autores leías? ¿Publicaste tus primeros trabajos allí?

Siempre fui un lector, especialmente de prosa: desde los libros de aventuras de la infancia, hasta las novelas, los cuentos y libros de investigación o manuales casi sobre cualquier tema, primero provenientes de la bien surtida biblioteca paterna, luego de la propia. En Buenos Aires trabajé, además, algunos años como librero, con pasión.
Escribo desde los 16 años. Comencé, como otros jóvenes, con poemas y cuentos. Produje, además, seis novelas, que jamás mostré a nadie, porque no eran buenas. Ahora lamento haberlas destruído: tendrían al menos un curioso valor testimonial.
En cuanto a mis lecturas de joven y adulto, fui un snob, quizás por haber sido educado en una escuela inglesa: leí casi todo lo que venía de Europa occidental (en especial, Inglaterra y Francia, sobre todo los clásicos), y poco de lo producido en Argentina, con excepción de Cortázar, Arlt y algún otro. A Borges lo descubrí ya veinteañero, por casualidad: una amiga de mi padre perdió un libro de Hermann Hesse que yo le había prestado, y a cambio me dio Discusión. A partir de ese momento me convertí en un lector de Borges, cuya vida y obra estudiaría más tarde.
Mi primera publicación tuvo lugar en 1995. Se trataba de un cuento titulado “Peligrosa afinidad”, que adoptó generosamente la revista Proa (tercera época).
A partir de allí, sólo publiqué artículos, ensayos y libros en diversos países: Argen¬¬tina, México, España, Brasil, Uruguay, Dinamarca, Estados Unidos... En total, publiqué en los últimos 15 años unos 150 títulos, de los cuales 13 son libros. En Madrid soy, además, uno de los redactores que hacen la revista Boletín RAMÓN, fundada y dirigida por Juan Carlos Albert, dedicada exclusivamente a comentar vida y obra de Ramón Gómez de la Serna.

2. Vivís actualmente en Alemania: ¿Por qué esa elección? ¿Tuvo la “mudanza” que ver con tu labor literaria?

La mudanza no tuvo lugar por cuestiones literarias. Abandoné Argentina en 1977, asqueado ante la realidad política, social y cultural, luego de que una banda de ineptos, asesinos y chupacirios se alzó con el poder en 1976.
Pasé de Buenos Aires a España. Tras vivir allí dos años me radiqué en el norte de Alemania, donde vivo desde 1979. Hacia esta tierra, que originalmente no había figurado en mis planes (Europa era para mí apenas España e Italia, por cuestiones familiares, y Francia e Inglaterra por cuestiones culturales), me trajo una relación amorosa. Esa relación fracasó poco después, pero otras me retuvieron aquí. Vivo, perfectamente integrado y con dominio absoluto del idioma, con mi mujer alemana y sus hijos; tengo, además, una hija propia de otra relación, que ahora vive y estudia en Viena.
Desde el punto de vista literario, debo hacer algunas precisiones. Por un lado, yo no vivo, no podría vivir de lo que escribo. Para subsistir debo trabajar en cosas ajenas a la literatura. Pero Alemania permite al menos eso: trabajo sólo 35 horas por semana, y ello me da la holgura necesaria para dedicarme por las noches y durante los fines de semana a escribir.
Pero el país que, quizás sin saberlo, hizo más por mí desde el punto literario es España. Lo cultural es allí apoyado por instituciones estatales de una manera que, a pesar de lo perfectible que pueda ser, debería servir de modelo a otros países, incluída la Argentina. Casi todos los libros míos aparecidos en España pudieron hacerlo porque el Ministerio de Cultura aportó un subsidio; de otro modo, las editoriales no podrían publicar esa clase de libros, que no se amortizan o lo hacen, a lo sumo, a muy largo plazo.

3. Sé que has realizado trabajos de investigación sobre Borges y Macedonio, autores que, podemos decir, son muy visitados por los investigadores. Sin embargo, tú has elegido facetas poco tocadas: ¿Podrías ampliarnos un poco la información acerca de esos trabajos?

En mi opinión, la mayor parte de los libros que se escriben sobre Borges son superfluos: unos copian más o menos aplicadamente lo que otros dijeron, o se limitan a repetir lo que dijera Borges. Si bien ha comenzadoa cambiar, eran muy pocos los autores que tomaban a Borges, no como objeto de veneración, sino de estudio. Yo aspiro a enrolarme en las filas de quienes se dedican a lo segundo, y hacer allí un aporte propio. Soy uno de los primeros que se acercó a Borges con una mirada filológica, de los que investigaron en las condiciones de producción y en su entorno literario. Por otro lado, advertí que la mayor parte de quienes escriben ensayos sobre la obra de Borges apenas se han tomado el trabajo de investigar en archivos, institucionales o privados; yo preferí seguir ese camino. Ello me permitio descubrir algún que otro texto, y acceder a numerosas cartas de Borges. Publiqué ya varios de esos epistolarios, en ediciones comentadas: con Jacobo Sureda y Maurice Abramowicz (Cartas del fervor, 1999), con Macedonio Fernández (Correspondencia Macedonio-Borges, 2000), y recientemente con el mexicano Alfonso Reyes (Discreta efusión, 2010). Para mi uso personal tengo hechas muchas otras ediciones comentadas de epistolarios borgesinos, que quizás alguna vez pueda dar a luz.

4. El peruano Alberto Hidalgo es un personaje que eligió Buenos Aires para vivir. ¿Por qué y cuando apareció tu interés por “Alberto Hidalgo” como tema de estudio e investigación?

Llegué a Hidalgo, como a muchos otros temas y autores, a través de Borges. Recuérdese que se atribuye a ambos, junto al chileno Vicente Huidobro, la edición de una antología poética, titulada Índice de la nueva poesía americana (1926). Demostré en mi trabajo “El Índice de Hidalgo” que esa compilación es obra exclusiva del peruano. Mi investigación al respecto iba a formar parte de una reedición comentada y anotada de la antología, que debía publicarse en España a cargo de Juan Manuel Bonet. Pero la editorial decidió renunciar al proyecto. Me alegra que, al menos, se disponga ahora de la reedición hecha por la librería anticuaria Sur, de Lima, aunque ese libro hubiera merecido varias notas, de las que desafortunadamente carece.
Aunque ese proyecto fracasó, y como paralelamente entré en contacto con Álvaro Sarco, me entusiasmé por investigar a fondo vida y obra de Hidalgo. Como producto de ese interés, aporté una nota sobre el cuento “El plagiario” a la reedicón de Los sapos y otras personas (2005), seis ensayos y una extensa bibliografía para el volumen colectivo El genio del desprecio (cuyo título propuse al editor) y obtuve para ese libro colaboraciones originales de los argentinos Martín Greco, Sergio Baur, May Lorenzo Alcalá y Ariel G. Fleischer, así como del mexicano Evodio Escalante. Recientemente dí a luz en Madrid una reedición de España no existe (2007) y preparo, como ya dije, la edición comentada de su epistolario con Reyes, que saldrá en México y / o en Perú. Preparo también una exhaustiva bibliografía suya, que consta ya de varios centenares de títulos. Si a ello se agrega que planeaba un libro sobre Hidalgo en conjunto con Martín Greco, se podrá deducir mi interés en él y su obra. A decir verdad, el mayor aliciente para ello era precisamente la falta de estudios y el desconocimiento, por parte del público, de su vida y obra. Al trabajar dejo siempre de lado mis gustos personales, que van en direcciones diferentes a lo hecho por Hidalgo.

5. He leído un artículo de Ariel Fleischer sobre Hidalgo titulado “Un vanguardista peruano en las pampas” (quizás tú lo conoces); tú también has estudiado al “joven” Hidalgo. ¿Qué opinión te merece a ti este mote de “vanguardista” en Hidalgo? ¿Qué cualidades debería reunir un artista de vanguardia? ¿Qué rastros de esta actitud de “vanguardia” podemos encontrar en el Hidalgo de los años adultos?

Sí, conozco el trabajo de Ariel Fleischer, a quien gané para el volumen El genio del desprecio, donde publicó un interesante ensayo sobre Hidalgo el poeta argentino Bernardo Horrach.
A riesgo de atraer ciertas iras, y a pesar de que soy, con Dieter Reichardt, autor de una obra standard sobre la literatura de vanguardia en Argentina, Uruguay y Paraguay, diré que creo que no hubo en Hispanoamérica una vanguardia en el sentido en que sí la hubo en Europa. La nuestra es, por un lado, derivada de la europea, y por otro “contaminada” con lo autóctono (criollismo, negrismo, indigenismo, etc.). de modo que, si acaso, sólo puede hablarse de una vanguardia sui generis.
Hidalgo fue, a pesar de algunas ínfulas que parecían entroncarlo con el futurismo de cuño marinettiano, en sus comienzos apenas un tardomodernista. Ninguna de sus realizaciones posteriores lo llevó más allá de lo que se hizo en Francia, Italia, España o Argentina. Lo que de vanguardista tenía Hidalgo se agotaba más bien, a mi entender, en el gesto, en la pose, que es lo que conservó hasta el final. Ello no quiere decir que su obra no merezca atención y estudio: una trayectoria literaria de más de 50 años merece mi mayor respeto, y lo obtiene.

6. A decir de su compatriota Álvaro Sarco, Hidalgo es un autor poco leído actualmente y, le agregaría, casi olvidado, por lo menos en la Argentina: ¿Qué repercusión tuvo tu trabajo sobre “España no existe”? ¿Qué te “interesó” sobre el mismo?

En efecto, Hidalgo está olvidado en Argentina. Apenas algunas de las nuevas reeediciones, así como las publicaciones del amigo Sarco y de alguno de mis trabajos están haciendo algo por su recuperación. Pero estas publicaciones han tenido poco impacto en Argentina. Descontando la falta de interés general por cuestiones de la historia literaria, a Hidalgo lo perjudicó su carácter, pero también el hecho de haber sido, siquiera por un tiempo, antisemita y fascistoide, según mostró mi amigo y colega Martín Greco en un excelente ensayo recogido en El genio del des¬precio.
En cuanto a mi reedición de España no existe, no he recibido aún ninguna liquidación de la editorial española-alemana, pero calculo que se habrán vendido unos 500 o 600 ejemplares. La cantidad muestra la desproporción entre el interés que reciben estos proyectos y su importancia intrínseca.
Ya que hablamos de ese libro, no estará de más mencionar que incluí en él no sólo el texto España no existe, de 1921, sino además todos los pasajes relacio¬nados con autores españoles procedentes de otro libro de Hidalgo: Muertos, heridos y contusos (1920). De mi propia cosecha agegué “Ubicación de Hidal¬go”, “Notas sobre España no existe”, “Alberto Hidalgo y Guillermo de Torre (1920-1933)” y una versión actua¬lizada de “El Índice de Hidalgo”.
A mí me interesó el proyecto, más que nada, porque permitía vislumbres intere¬santes en la época (1920-1921) que yo venía estudiando desde otras perspectivas, relacionadas con el joven Borges, con el ultraísmo español y con la trayectoria de Guillermo de Torre.

7. Sé que trabajaste sobre la correspondencia entre Hidalgo y el mexicano Alfonso Reyes. ¿Podrías ampliarnos un poco sobre este punto?
El intercambio epistolar conservado entre Reyes e Hidalgo es relativamente exi¬guo, consta de pocas cartas, pero trasunta un profundo malentendido y disgusto entre ambos. Se habla a menudo de Alberto Guillén como imitador de Hidalgo. El volumen que estoy preparando se titulará “Cartas peruanas”, y contendrá las misivas intercambiadas por Reyes tanto con Hidalgo como con Guillén. De modo indirecto, se podrán apreciar en ese trabajo las diferencias de caracter y temperamento, pero también literarias entre Hidalgo y Guillén. Yo siento un gran aprecio por Alfonso Reyes y su ingente obra. Será este el cuarto volumen de sus epistolarios que yo edite: ya di a luz su correspondencia con Guillermo de Torre (Valencia, 2005), con Vicente Huidobro (México, 2005), y con Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Macedonio Fernández y Evar Méndez (Madrid, 2010). Planeo además las ediciones en sendos volúmenes de su intercambio con Ramón Gómez de la Serna y con José Ortega y Gasset.

8. ¿Cómo definirías a Alberto Hidalgo? ¿Qué opinión te merece su obra?
Como ya di a entender en un pasaje anterior de esta entrevista, no soy devoto de la obra de Hidalgo, pero sí respeto su constancia y su laboriosidad. De entre sus trabajos, me quedo con las prosas y, sobre todo, con sus inefables libelos.
Por mi parte, sigo estudiando su obra con gusto y provecho, y escribo de vez en cuando sobre ella.