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martes, 10 de agosto de 2010

ENTREVISTA A ALVARO SARCO (Segunda parte)



Por Carlos Dearma / A continuación tengo el gusto de publicar una entrevista a Álvaro Sarco en la que se extiende por la obra de Alberto Hidalgo. Hace unos años solo una parte de esta entrevista salio en un diario del Perú: Hoy y gracias a la amabilidad de Álvaro podemos leerla en su totalidad.

Genio y figura de Alberto Hidalgo (En la foto con su esposa Elisa Dearma)


DIÁLOGO CON ÁLVARO SARCO


¿Cuál fue la trayectoria de Alberto Hidalgo?

- Esta es una interrogante que exigiría una vasta respuesta. Me limitaré a señalar algunos hitos de su itinerario literario. En 1916, con la aparición de su poemario “Arenga lírica al emperador de Alemania. Otros poemas”, plasma por vez primera en el Perú ciertos elementos temáticos del futurismo italiano; la vindicación de la máquina, la fuerza entendida como expresión de una “voluntad de poder”, y la guerra como “eugenesia de la humanidad”. 

Así, no pocos críticos consideran a Hidalgo el introductor del futurismo –y con ello de la vanguardia- en el Perú. Pero es necesario precisar que juntos o insertos en los primeros poemas de ribetes futuristas hidalguianos, aparecen líneas o sonetos de estética modernista, de modo que el futurismo que ensayó Hidalgo en 1916, aún era un híbrido, una aproximación más bien superficial al movimiento de Marinetti.

En 1917, Hidalgo publica en Lima “Panoplia lírica”, poemario que contiene un extenso e interesante prólogo de Abraham Valdelomar. El espaldarazo del iqueño le permitió cierta presencia en el circuito literario limeño.

Pronto, sin embargo, debido a los libelos que publicó en 1916 en “Hombres y bestias” y en otras publicaciones periódicas, Hidalgo cosechó nutridos e influyentes detractores como Clemente Palma. Quizá básicamente por ello, Hidalgo viajó a Buenos Aires a finales de 1919. 

En 1920 visitó España, participando en las principales “peñas literarias”, en boga por entonces. En la peña del “Pombo” hizo migas con su director, Ramón Gómez de la Serna. De vuelta a Buenos Aires, participó notoriamente en el desarrollo de la vanguardia argentina, tanto como creador como animador literario.

En 1925 publicó su poemario “Simplismo”, que proponía su “ismo” particular, y en 1926 concretó su original “Revista Oral” –que según Antonio Requeni era una “especie de audición radiofónica”- con figuras como Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, o un Leopoldo Marechal.

Descontando a Macedonio Fernández, la extrema beligerancia de Hidalgo lo distanció del resto de escritores argentinos mencionados.

En 1928 publicó su importante poemario “Descripción del cielo”, donde perfila una peculiar poética que ya no abandonaría, y edita su efímera revista “Pulso”. Para la década del treinta concreta poemarios de “madurez creativa” como “Actitud de los años” en 1933, y “Dimensión del hombre” en 1938.

En los cuarenta intenta teorizar sobre el fenómeno poético, y aun estético, en su “Tratado de poética” de 1944, y publica poemarios resaltantes como “Poesía de cámara” en 1948.

En la década del cincuenta la temática de sus poemarios señala una creciente añoranza por el Perú. De tal giro, aparece una de sus producciones líricas más significativas; “Carta al Perú” de 1953.

En adelante, su incesante potencia creadora da a la luz pública poemario tras poemario que, inevitablemente, reflejan también notorios altibajos. Uno de sus libros más celebrados por la crítica del momento fue su “Biografía de Yomismo” de 1959. 

Pocos años antes de fallecer, en 1967, incursiona en el último género literario no explorado por él; la dramaturgia. Cabe recordar que en la década del veinte había tentado el cuento, y en los cincuenta, la novela.

¿Cómo describirías la personalidad de Alberto Hidalgo?

- Su personalidad estuvo signada por la beligerancia. No tuvo sólo una beligerancia juvenil contra la generación precedente, tan común y que suele apagarse con el tiempo. 

Su empeño en denostar a los que castizamente se conocen como “vacas sagradas” persistió toda su vida. Las explicaciones biográficas dirigidas a despejar semejante actitud son significativas, pero lejos están de aproximarnos a las causas de manera segura.

 Lo verificable es la autenticidad de esa actitud en contra de lo “oficial”. Ahí están sus libros de crítica-libelista juvenil como “Hombres y bestias”, “Jardín Zoológico” y “Muertos, heridos y contusos”, o sus textos, declaraciones y actitudes de madurez que dan cuenta de una continuidad, de una consecuencia anárquica, quizá puramente “disolvente”, para usar un juicio de Mariátegui, pero consecuente al fin.

 Aquí es importante recordar la influencia de Manuel González Prada y Abraham Valdelomar en Hidalgo. El primero le confirió una perspectiva de los “males nacionales” y de sus “culpables”, y el segundo, un literario tono lúdico para abordar ciertas denuncias, tono que en Hidalgo trocó en mordacidad. 

Para Luis Alberto Sánchez, Hidalgo fue el primero en usar un lenguaje coprolálico en el libelo. Si bien todo indica que tal aserto no yerra, si nos quedáramos sólo con esta característica, los libelos hidalguianos no pasarían de burdas diatribas. 

Creo que la trascendencia de la libelística de Hidalgo se basa en su capacidad para zaherir armonizando una calibrada procacidad con una sustancial dote para metaforizar.

¿Cuáles consideras, a tu juicio, las obras más perdurables de Hidalgo?

- Ubicando a un lado el gusto personal, y con la salvedad que en poemarios que no citaré hay creaciones aun antologables, considero importantes para los estudios literarios el primer poemario de Hidalgo “Arenga lírica al emperador de Alemania. 

Otros poemas” por la inaugural impronta futurista que insertó en nuestras letras.

 También los poemarios experimentales “química del espíritu” y “Simplismo”, de 1923 y 1925, respectivamente, brindan claves del fenómeno vanguardista. 

Por perfilar la original y definitiva poética de Hidalgo, con su propuesta del “poema de varios lados”, así como por ser una sugestiva expresión de libro-objeto, rescataría a “Descripción del cielo” de 1928. 

Por sus hondas implicancias poéticas y por ser cabales muestras de un poeta ya dueño de sus capacidades expresivas mencionaría a “Actitud de los años” y “Dimensión del hombre” de los años treinta, “Edad del Corazón” y “Poesía de Cámara” de los cuarenta, y “Carta al Perú”, “Espaciotiempo” y “Biografía de Yomismo” de los cincuenta.

 Esto en cuanto a poesía. En lo que respecta a la labor libelista de Hidalgo, creo que “Jardín Zoológico” de 1919, “Muertos, heridos y contusos” de 1920, el folleto “Sánchez Cerro o el excremento” de 1932, y “Odas en contra”, son las producciones más representativas de esta faceta creativa del arequipeño. 

Me parece particularmente interesante el poemario-libelista “Odas en contra”, porque conjuga por primera y única vez los dos géneros que mejor desarrolló Hidalgo. Finalmente, me parece interesante, como singular ejemplo de prosa vanguardista, el libro de cuentos de 1927 “Los sapos y otras personas”. 

Algunas piezas de teatro contienen propuestas con alguna novedad, pero me parecen lo menos resaltable de la producción hidalguiana.


En la foto Alvaro Sarco

¿Por qué el libelo se considera, ahora, el principal género de Hidalgo?

- Puedo ensayar cuatro explicaciones: una primera referida a que el libelo exigiría una menor “competencia” en el lector para “decodificarlo”, y de ahí, su mayor probabilidad de vulgarización. 

En segundo lugar, el hecho de que el corpus poético de Hidalgo –pese a su importancia- es mayormente desconocido, incluso entre los involucrados en los estudios literarios. Una tercer explicación incidiría en el empeñoso afán de algunos enemigos del arequipeño por relevar la faceta libelista, “injuriosa”, de Hidalgo, para justamente roturarlo como un escritor meramente vociferante, y en consecuencia, delenezble, sepultando o minimizando su despliegue poético. 

Y, finalmente, estaría el propio Hidalgo, que en prólogos y entrevistas se encargó de afirmarse como el “primer libelista de todos los tiempos”. Esto lo entiendo como una expresión ególatra del arequipeño, quien prefería autoproclamarse como el primer exponente de un género para muchos discutible, a debatir cierta primacía poética con otros creadores.

El juicio de la posteridad a Hidalgo es duro. Sin embargo, ¿es posible que éste cambie?

- Mucho me temo que ni siquiera hay un juicio, al menos no un enjuiciamiento al margen de antipatías personales o de cofradía. Lo que existe, con las excepciones del caso, son tangenciales prejuicios heredados, pero sobre todo una monumental ignorancia de Alberto Hidalgo. 

Ahora bien, puesta sobre el tapete la obra de Hidalgo, no sé por qué esta época y las venideras esquivarían el aplicarse a su estudio. Y hablo del legado creativo de Hidalgo, que es lo que verdaderamente importaría o sería susceptible de estudio objetivo, y no de los inasibles pormenores de su biografía.

¿Se podría decir que algún escritor peruano haya seguido la senda de Hidalgo?

- Entre los escritores conocidos, el también arequipeño Alberto Guillén, evidenció en su obra y en sus actitudes alguna influencia de Hidalgo. También otros pretéritos admiradores de Hidalgo reflejan en sus obras su influjo. 

Pero tales discípulos no son más que episodios; ni lejanamente se aproximan al número de seguidores que originaron poetas como Vallejo o Neruda. Puede afirmarse que Hidalgo es un poeta “insular”, como Eguren, y que al igual que él, no dejó una “escuela”, pero ciertamente por causas distintas. 

Alguna vez Luis Alberto Sánchez se preguntó por qué siendo Vallejo un poeta de una mayor oscuridad discursiva que Hidalgo, tenía una popularidad y vigencia que alcanzaba a especialistas y aficionados. 

Quizá la posición de Vallejo, más “progresista” que el del “arbitrariamente violento” Hidalgo, en una época especialmente convulsionada para el mundo, influyó extra-literariamente en favor del primero. 

Ello –más allá, por cierto, de la magnitud poética de Vallejo- habría contribuido a que éste dejara una estela de seguidores y exegetas que impidieron su olvido o marginación.

¿Qué otras facetas de Hidalgo faltan por conocerse o, mejor dicho, a las que habría que prestarle más atención?

- En vida del arequipeño, aparecieron libros dedicados a explorar la poesía de Hidalgo. Todos de extranjeros. 

Obras como “Construcción de Alberto Hidalgo” de José Muñoz Cota, “Geografía de Alberto Hidalgo” de Gilberto González Contreras, “Diagnosis de la poesía y su arquetipo” de Ernesto Daniel Andía, o “Peso y medida de Alberto Hidalgo” de Gyula Kósice, intentaron aproximaciones a la obra de Hidalgo con precarias herramientas explicativas, o aplicándose en elaborar pintorescos panegíricos. 

Por entonces, también, aparecieron numerosos artículos y notas sobre el arequipeño, incluso en época temprana, como confirma Mariátegui cuando escribe que Hidalgo “creciendo, creciendo, ha adquirido efectiva estatura americana”.

 Lamentablemente, el análisis y la evaluación de la obra hidalguiana en su época, si bien llegó a ser cuantiosa, no tuvo un correlato en su calidad, por la carencia de marcos teóricos claros, o de solventes metodologías de interpretación, apelándose profusamente al puro impresionismo. 

Muerto Hidalgo, las décadas siguientes lo silenciaron sin escrúpulos. Recién en los últimos años se redactaron algunas notas y artículos, asomaron antologías, re-ediciones, y libros que incluyeron flamantes lecturas de la obra hidalguiana –lo último hace referencia a los aportes de Mirko Lauer en “La polémica del vanguardismo” y en “Musa mecánica”. En resumidas cuentas, entonces, aún cuando los recientes trabajos echan positivas luces, todavía se espera el libro sistemático que aborde con remozada y rigurosa versación el legado de “este gran poeta, uno de los cuatro mayores del Perú –según palabras de Sánchez- y acaso uno de los siete u ocho mayores de América”.

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Para concluir desde aquí les recomiendo otro articulo de Alvaro Sarco sobre Hidalgo. Se titula Alberto Hidalgo como cuentista






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