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miércoles, 23 de diciembre de 2015
sábado, 28 de noviembre de 2015
sábado, 17 de octubre de 2015
INDIO (POEMA)
Indio por Alberto Hidalgo
¿Cuál es la fórmula química del indio?
¿Qué cantidad de ser posee?
Habría, como a un guante,
que darle vuelta,
averiguar su trama,
convocarlo por dentro,
ver su forro
y aunque en última instancia
es igual del revés y del derecho
no puede definírselo sino con oes y
talveces.
Un indio es un paisaje:
la prueba es que la gente se queda
contemplándolo.
Se ve su estática,
el clavo del que pende,
su estar colgado en nada,
entre el marco que le hace todo afecto.
Algún artista perpendicular,
no sé si Dios o quien, debió haberlo
pintado,
y no al óleo, la tinta o la acuarela
sino al modo que copian los espejos,
sin pinceles ni espátulas,
pero con todos los colores.
Una pintura puesta,
demostrada.
Al fondo no se advierten simulacros,
empastamientos o sobrentendidos,
trazos convencionales ni otras nubes.
El Perú al fondo y nada más.
Este su accidente espontaneo,
su tremendismo existencial.
Cuando se mira a un prójimo,
se ve tan solo un prójimo,
una unidad de prójimos.
Un indio es una manifestación,
es una cita,
un mitin.
En él se ven millones de indios,
en él prosigue un pueblo
que dejo parado su reloj,
hace unos cuantos siglos,
aun puede darle cuerda,
ponerlo en hora
y estimularlo para que otra vez
sus agujas den vueltas al cuadrante,
como antes,
cuando daban abrazos a la esfera.
Poema recitado por Yawar Aravicu, el
protagonista de Volcándida (1967) la última obra de teatro (hasta podría
llamársela novela corta) de Alberto Hidalgo.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
AQUÍ ESTA EL ANTICRISTO (Prólogo)
Por Karlos Dearma / "Cualquier novela llegada a mi poder y cuya lectura intentaba se me caía de las manos a las pocas paginas."
Desde el comienzo mismo de su única novela, Alberto Hidalgo despliega sus dotes de libelista: Algo que no debería extrañarnos en él. Aquella vez su victima fue la novela contemporánea. Incluso va mas allá en su ataque, disparando contra algunos clásicos. He aquí el prologo de "Aquí esta el Anticristo", una novela tan maldita como su autor.
Editada en 1957, vemos en ella un intento de acercar la novela a temáticas que podrían situarla en la vanguardia. Tal vez no sea "La mejor novela, jamas escrita", como era posiblemente la pretensión de su autor, pero se merece una lectura por dos motivos: por la prosa que esgrime, y por el prólogo, que no tiene desperdicio. Lo dejo aquí para su lectura. Hasta Pronto.
sábado, 8 de agosto de 2015
viernes, 24 de julio de 2015
MACHU PICCHU
POEMAS DEDICADOS A MACHU PICCHU
Por Karlos Dearma / El 24 de Julio de 1911 el historiador Hiram Bingham "descubría" las ruinas de “Machu Picchu”.
La ciudad había sido fundada en el siglo XV se estima que por encargo del Inca Pachacutec y lo de "descubrir" es mas que relativo, el merito de Bingham esta en haberla devuelto a la contemplación de toda la humanidad. Una historia de saqueos y robos se sucede hasta el año 2007 en que los EEUU comienza la devolución de lo tomado al Perú.
Alberto Hidalgo le dedico muchos poemas a su patria, y la ciudad incaica es uno de sus temas favoritos. Cabe mencionar como ejemplo el poemario "Patria Completa" del año 1960 que contiene versos dedicados a Machu Picchu.
Extraje de allí un poema, el número VIII, que expresa parte de esa visión hidalguiana de la ciudad. Espero lo disfruten, hasta pronto.
domingo, 5 de julio de 2015
ALBERTO HIDALGO: EL ANTI-BORGES
En la imagen: Los jóvenes, Alberto Hidalgo (arriba) y Jorge Luis Borges (debajo)
ALBERTO HIDALGO: EL ANTI-BORGES
Por Carlos Dearma / Quizás debería decir algo así
como que este escrito es una especie de… “regreso”.
En los últimos años mantuve
un silencio total con respecto al blog de Alberto Hidalgo; las razones son múltiples
y no corresponde aquí ahondar en ellas. Solo que problemas familiares y
personales ineludibles me obligaron a abandonar esta tarea. Primero pensé que
iba a ser por un corto periodo de tiempo, luego pasaron cuatro años.
Logré recuperar
mi cuenta del blog y aquí estoy nuevamente. Con algunas ideas y nuevas ganas.
Para retomar elegí un texto corto que refleja
la reputación libelista de Hidalgo. Sabemos que el arequipeño no tenía pelos en
la lengua a la hora de lanzar sus impiadosas críticas.
Y su pluma afilada tampoco.
Transcribo una carta donde el blanco de su ira es el mismísimo Jorge Luis
Borges. Al parecer don Alberto y el venerable Jorge Luis tuvieron este cruce
cuando el argentino escribió una crítica desfavorable sobre un poemario del
peruano, desliz que Hidalgo no perdonó ni dejo pasar. Espero les resulte interesante.
Hasta pronto.
Por Alberto Hidalgo.
Querido Borges:
Voy a refrescarle la memoria. Hace unos meses, varios, muchos, una noche,
pasadas las 24, frente a la Confitería del Molino, Ud. tuvo un breve apuro.
Quería acompañar a una amiga hasta su casa, en Villa No Sé Cuántos. El
automóvil costaría, según sus cálculos, 3 o 4 pesos. Como Ud. no tenía ninguno,
yo le presté diez, de modo que Ud. pudo irse con la chica, solos los dos, y
juntos, dentro del auto y bajo la noche.
Y de seguro no pasó nada. ¡Nunca pasa
nada entre Ud. y una mujer! Corrió el tiempo. Cierta vez, en el Royal Séller,
extrajo Ud. su cartera y de ella un billete, nuevecito, de diez pesos, con
desánimo de dármelos. Eran para abonar la consumación.
Pero me dijo:
—No tengo sino esto. El miércoles cobraré un artículo en “La Prensa”.
—¡Hombre!— le respondí, ¡cuando usted pueda! ¡No faltaba más!
—No tengo sino esto. El miércoles cobraré un artículo en “La Prensa”.
—¡Hombre!— le respondí, ¡cuando usted pueda! ¡No faltaba más!
No volví a verlo. Desapareció de la tertulia y olvidó la cuentecilla, no obstante de haber cobrado, de seguro, varios artículos en “La Prensa”.
Ahora bien: desde hace algún tiempo, todo lo que usted escribe me parece malo, muy malo, cada vez peor. ¡Ud., con tanto talento, escribiendo puerilidades! ¡No puede ser! Temo que mi juicio adolezca de parcialidad, a causa de los diez pesos que me debe.
Páguemelos, querido Borges. Quiero recobrar mi
independencia. ¡Concédame el honor de volver a admirarlo! Por otra parte, el
dinero es sucio. Ud. y yo estamos por encima de él.
Haga, pues, una cosa
decente: vaya a una librería, compre unos libros por valor de diez pesos, y me
los manda por correo certificado.
Los libros que, a su juicio, yo deba leer y
los cuales —imagino— no serán los suyos. Nada más. Eso será suficiente para que
pierda mi carácter horrible, de acreedor. Presente mis respetos a su familia. A
Ud. yo lo recuerdo constantemente. ¡Y no por la deuda!
Un estrujón de manos. A.H.
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