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lunes, 21 de marzo de 2011

VARGAS LLOSA Y LA ARGENTINA (Parte 3)



Por Carlos Dearma / Entre el monton de opiniones vertidas sobre la visita de Vargas Llosa a la Argentina encontre esta historieta firmada por Daniel Paz que me hizo sonreir. Decidi hacerle un espacio en el blog.

martes, 15 de marzo de 2011

MURIO DAVID VIÑAS



MURIO DAVID VIÑAS
Por Carlos Dearma / “El Ultimo Argentino del siglo XX”: David Viñas (1927-2011) Así se titula el ultimo numero del suplemento cultural Radar que acompaña la edición del diario Pagina/ 12 del domingo 13 de marzo de 2011. Que lo introduce de esta manera: “Su trayectoria atraviesa la historia cultural argentina de la segunda mitad del siglo XX: después de formarse en el Liceo Militar y presidir la FUBA, fue uno de los fundadores de Contorno, la revista iconoclasta de los ’50 que se enfrentó al grupo Sur. Ganó el Premio Nacional con Dar la cara (1956), la primera de las novelas con las que reflexionaría sobre la historia y la ideología nacional. Su ensayo en dos tomos Literatura argentina y realidad política (1964) cambió la manera de entender la crítica literaria en el país. Se exilió durante la dictadura que secuestró y desapareció a sus dos hijos. Durante la democracia, sus clases en la Facultad de Letras fueron memorables para casi todos los que pasaron por ellas. En los ’90, acuñó el término “menemato” y ganó y rechazó la Beca Guggenheim. Polemista furibundo de la vida pública, además de ensayista, dramaturgo y escritor, David Viñas (1927-2011) ejerció durante cincuenta años su rol de intelectual en la primera fila de la batalla de las ideas”.

Seguramente con Viñas se va uno de los últimos intelectuales, con mayúsculas, de la Argentina. Tuve la oportunidad de conocerlo cuando era estudiante del profesorado y visitarlo, junto con mis compañeros Ricardo Devito, Javier Duranti y Diego Fernández, en su casa del Barrio de Constitución en Bs As. El motivo de la visita fue la realización de un documental: “Pocos héroes, muchas tumbas” que nos tiene a todos como responsables (corría el año 1998 y el menemato parecía eterno) casi cuando apenas nos presentamos nos pregunto con mucha seriedad: “¿De que quieren hablar? ¿De Menem?”.
El gran tema del documental es el rol del intelectual y la dictadura militar (1976-1983), y David fue nuestro segundo entrevistado: llegamos a él gracias a la bondad infinita de Osvaldo Bayer (otro de los pesos pesado de la intelectualidad argentina). La impresión que nos dejo fue profunda, tanto que es el mismo Viñas el que da comienzo a nuestro documental. No podré olvidarme nunca de sus primeras palabras ni bien comenzó a rodar la cámara… “Dictaduras en este país hubo siempre, el poder fue siempre de los burgueses” es que David es uno de los pocos que con justicia puede llevarse a la tumba el titulo de intelectual, el intelectual comprometido con la realidad de su tiempo. Un tipo fundamental.
En 1981, la legendaria revista francesa Les Temps Modernes, fundada por Jean-Paul Sartre, consagró su número 420 a la Argentina bajo el título “Argentina entre populismo y militarismo”. En aquel entonces, David Viñas firmó este artículo con el seudónimo Antonio J. Cairo. En 2006, La Biblioteca, la revista de la Biblioteca Nacional (que ahora dirige Horacio González el mismo de la polémica con Vargas Llosa y también otro de los entrevistados en “Pocos héroes, muchas tumbas”), lo publicó por primera vez en castellano. Ahora lo reproduzco para que llegue a todos ustedes. Se llama Borges y Perón.


Borges y Perón

Por David Viñas
Sus diferencias son conocidas. Por eso mismo yo querría destacar sus parecidos; en sus escritos creo que podría encontrarse, en principio, una misma exclusión de la historia, que se manifiesta mediante la negación de la lucha de clases en Perón y en una literatura analgésica en Borges. En uno y en otro se asiste a una evacuación del sufrimiento y del drama inherentes a la vida cotidiana: evacuación que resulta, en el texto borgeano, de su oposición al “Centro” trágico y deslumbrante, y en los documentos de Perón, de su necesidad de borrar todo lo que implica un cuestionamiento. Porque si los escritos de Borges no reconocen a sus lectores sino que los inmovilizan, el discurso de Perón no incorpora a sus mejores colaboradores sino que los fija. Y si el movimiento esencial de Borges se orienta hacia el ruego, el de Perón se especializa en las órdenes. Uno y otro, me parece, instauran un espacio vertical, de arriba hacia abajo y a la inversa, que poco a poco excluye toda dimensión horizontal: incapaz de hacer que una comunidad se respete incluso después de haber visto sus propias miserias, ambos prefieren –cada uno según los valores y con un objetivo diferentes– que esta comunidad continúe ignorándolos.
En otro aspecto –el empleo de las palabras– me parece útil establecer sus lazos de parentesco recíprocos con el Leopoldo Lugones de los años ‘20: cuando Perón dice “muchachos”, está impregnado del Elogio de la espada pronunciado por Lugones en 1924 en ocasión del centenario de la batalla de Ayacucho; cada vez que Borges emplea el término peyorativo “muchachones”, está retomando los semitonos de Lugones de La Patria fuerte.
Podrían incluso establecerse similitudes en virtud de una cronología “generacional” previsible, de climas familiares comparables y de una historia compartida desde la Semana Trágica de Buenos Aires en 1919 hasta los años de la Década Infame (1933-1943).
Verdadera matriz que conformó a los dos hombres en el período que precedió a su eclosión respectiva, sobre todo si se tiene en cuenta la influencia decisiva de la presidencia del general Justo (1932-1938), “tío” de Perón y mecenas de Borges.
Pero en realidad es el parentesco de símbolos entre Borges y Perón lo que me interesa particularmente. Símbolos poderosos: concentración de la línea elitista-liberal en Borges, encarnación de la corriente nacional-populista en Perón. Sobre todo en relación con los dos sectores de Argentina: la clase media liberal y la clase media populista, cuyas connotaciones preferidas son el doctor Houssay, el hombre que habló en La Sorbona y polo sacralizado por la tendencia liberal-elitista, y el tango trivializado, el Viejo Vizcacha y un Gardel de opereta para la franja nacional-populista. Dos sectores que, si se enfrentan en su adhesión, uno a Borges, otro a Perón, a menudo se intersectan y se ponen de acuerdo: en especial cuando se trata de exaltar el símbolo de una vieja Argentina de virtudes patriarcales tranquilizadoras y estereotipadas.
Sucede que el verticalismo al que me refería –tanto el de Perón como el de Borges– acarrea, tanto en los liberales-elitistas como en los nacionalistas-populistas, una adhesión exenta de crítica, incondicional en la mayoría de los casos; eclesiástica, diría. Y con ella todo lo que suponen el star system y el star cult: filisteísmo, identificación y proyección inmovilizadoras, autosatisfacción, incondicionalidad. Herencia a lo sumo, no apuesta.
Podría decirse, para intentar comprender un poco mejor, que Borges y Perón “son dos burgueses”. Dos grandes burgueses. Y si se quiere, los dos burgueses más célebres que haya producido la Argentina. Que con ellos culminan la literatura y la política concebidas en el núcleo programático inicial de 1845, dado que Perón y Borges –a pesar (y a causa) de sus contradicciones y sus matices– son la concreción perfecta de esta conciencia posible.
Lo que quiero decir es que las variantes a las que puede llegar el pensamiento burgués son infinitas. Infinitas sus posibilidades de combinación, pero finitos los ingredientes a partir de los cuales han sido formuladas la teoría y la proposición programática; y, lo que hoy me preocupa, agotadas. Porque si sus combinaciones pueden hacerse en un espacio imaginario (sea Madrid o un relato), su finitud y su agotamiento eclosionan en un espacio histórico concreto: la Argentina actual.
Es por eso que estos grandes símbolos que son Borges y Perón ya no constituyen hoy (justificando, realimentando y, si puede decirse, mitificando) sino un movimiento circular, del que por cierto no se escapará utilizando los recursos del collage.

miércoles, 9 de marzo de 2011

VARGAS LLOSA Y LA ARGENTINA (Parte 2)



Por Carlos Dearma / A esta altura celebro la polémica desatada en torno a la figura de Vargas Llosa y su futura presencia en la Feria del Libro en Buenos Aires. En un mundo donde las polémicas intelectuales parecen cosas del pasado (y agrego: en donde posiblemente Alberto Hidalgo se hubiese sentido mas a gusto, dada su reconocida inclinación a la polémica) el ruido generado en torno al premio Nobel es como una bocanada de aire fresco que ha sacudido, no solo el ámbito literario, sino también la política local. Fastidia el que los medios dediquen metros al GH 5 (si mejor léase Gran Hermano 5) y celebren las “estrategias sanmartinianas” de los integrantes del más famoso reality de la TV Argentina. En fin, un bochorno gigantesco. Elegí otro artículo de opinión publicado en el diario Pagina 12 del día de hoy escrito por Pablo Castillo. A continuación:

PAGINA 12 / La polémica por el escribidor
La invitación a Mario Vargas LLosa para que inaugure la Feria del Libro provocó un debate que trasciende la naturaleza de sus ideas políticas. El rol del Estado, la relación entre literatura y política y la legitimidad de aprovechar esos foros para defender otras causas.

Bienvenidos, los Vargas Llosa
Opinión
Por Pablo Castillo *
La relación entre literatura y política, o intelectuales y política, siempre transitó por caminos sinuosos. Moreno, Lugones, Marechal, Borges, Walsh o el propio Horacio González pueden dar cuenta en el terreno local de las tensiones que se presentan entre sus producciones como escritores, sus posiciones como sujetos y los contextos desde los cuales hablan y son hablados.
En los últimos días, la invitación al Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, para que dé el discurso inaugural de una nueva edición de la Feria del Libro, y la posterior carta del director de la Biblioteca Nacional solicitándoles a las autoridades de ese evento que revieran la posibilidad de que el autor de La ciudad y los perros funcione como anfitrión y editorialista de la muestra suscitó una serie de discusiones y controversias. Malentendidos solamente disipados –al menos parcialmente– por la oportuna intervención de la Presidenta de la Nación comunicándose con el propio González para que retirara su carta con ese pedido inconveniente, cosa que éste hizo dignamente y con un encomiable sentido colectivo de pertenencia.
Que Vargas Llosa –un referente de la derecha más rancia del continente– utilizará sus títulos literarios y su reciente Premio Nobel para pronunciar seguramente un discurso contrario a los intereses populares, es lo más probable.
Que la Feria del Libro, más allá de las grandes corporaciones editoriales que la patrocinan, es un lugar entrañable para muchos que pasamos los cuarenta es también válido; quizá, por eso mismo, imaginar la escena de inauguración de esta feria 2011 de esta forma duela más de lo necesario, es igualmente cierto.
Pero debemos entender que esta vez –quizás una de las pocas veces– la herramienta que utiliza el neoconservadurismo para expresar su posición es legítima. ¿Cuántas veces García Márquez, amparado en pergaminos similares aprovechó foros ajenos para criticar el bloqueo norteamericano a Cuba o defender alguna justa causa latinoamericana?
Que los propósitos sean mejores en esta discusión es casi una anécdota. Tampoco alcanza con el argumento de las críticas sobre la historia y los intereses que se esconden y se mueven detrás del Nobel cuando hace apenas unos meses deseábamos genuina y militantemente que el de la Paz del año pasado se lo otorgaran a la querida Estela.
La intervención de la Presidenta reproducida –incluso con elogios algunos tan interesados como inesperados– por los periodistas de los grandes medios pareció dejar fuera de juego la interpretación propia de los acontecimientos. La celebración de Marcelo Longobardi a Cristina se oía “raro” hacía ruido.
Sin embargo, las palabras de la jefa de Estado sonaban contundentes, interpelaban a la militancia política, social y cultural desde otro lugar del que la decodificaban los formadores de opinión hegemónicos. Y a pesar de eso, no lográbamos darle la dimensión adecuada a sus conceptos.
Aquellos que militamos la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, debemos reconocer que las mayores dificultades que tenía (y tiene) esa pelea consiste en desarmar la naturalización de cierta escena montada por la prensa dominante, que combina en un único acto: empresas periodísticas supuestamente asépticas con periodismo supuestamente independiente enfrentando la voracidad de la mirada y la intervención estatista.
Con Vargas Llosa la situación es completamente distinta. Sale a defender los intereses de un capitalismo anacrónico, con miradas binarias y superficiales lejos de entender los distintos niveles de complejidad que tiene el proceso latinoamericano actual. Confronta abiertamente. Es un militante de la reacción.
Bienvenidos, los Vargas Llosa. Que la derecha vernácula tenga que organizar su discurso mediático opositor alrededor del episodio Feria del Libro 2011 habla de su debilidad política y cultural. No de su fortaleza.
Que la historia de Elvira-Mamaé de la señorita de Tacna o la leyenda del irlandés Roger Casement en El sueño del celta, criaturas apasionantes y en algún punto transgresoras, merecieran otro comportamiento de su padre en la vida real, eso es, decididamente, parte de otro capítulo.

* Psicólogo y Magister en Comunicación (UNLP).

viernes, 4 de marzo de 2011

VARGAS LLOSA Y LA ARGENTINA (Parte 1)



VARGAS LLOSA Y LA ARGENTINA (Parte 1)

Por Carlos Dearma / La avizorada presencia en Argentina del escritor peruano Mario Vargas Llosa, reciente premio Nobel de Literatura, ha despertado no pocas polémicas. En últimas épocas, un Vargas Llosa político, descargo sus críticas hacia lo que considera “Populismos nefastos de esta región” y le ha dedicado una especial atención al gobierno de los Kirchner (Néstor primero, ahora Cristina). Son conocidas las simpatías Neoliberales del Nobel y su presencia en la inauguración de la Feria del libro de Buenos Aires provoca, anticipadamente, las más variadas reacciones. Lo que disparo en los últimos días la polémica en torno al peruano es la carta que le escribiera Horacio González, Director de la biblioteca nacional de la Argentina, al presidente de la Cámara del libro y que reproduzco a continuación. Los medios (opositores al gobierno, partidarios y neutros) se hicieron eco y también entraron en la polémica que promete prolongarse hasta abril, mes de la feria. Lo que no deja de ser sorprendente en un mundo en el que los medios le dedican metros a los romances de la farándula o a las lesiones de los cracks del futbol, y las polémicas en torno a los intelectuales parecen cosas del pasado. Ahora la carta:

Sr. Carlos de Santos
Presidente de la Cámara del Libro
Estimado Carlos:
Ha cobrado estado público la sorprendente presencia de Mario Vargas Llosa como partícipe central de la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires. Le escribo como ciudadano, como director de la Biblioteca Nacional y como lector que aprecia la literatura de Vargas Llosa, a quien he seguido desde La ciudad y los perros hasta El sueño del Celta. No me mueve así ningún despecho ni deseo de limitar su voz –que no precisaba del Premio Nobel para ser justamente difundida- al decirle que considero sumamente inoportuno el lugar que se le ha concedido para inaugurar una Feria que nunca dejó de ser un termómetro de la política y de las corrientes de ideas que abriga la sociedad argentina. ¿Pero no sería este el máximo nivel de facciosidad al que llegaría este evento que a lo largo de los tiempos atravesó toda clase de vicisitudes y supo mantenerse como digno exponente de la cultura universal del libro? Es sabido que hay dos Vargas Llosa, el gran escritor que todos festejamos, y el militante que no ceja ni un segundo en atacar a los gobiernos populares de la región con argumentos que lamentablemente no solo deforman muchas realidades, sino que se prestan a justificar las peores experiencias políticas del pasado. Mucho tememos que no sea el Vargas Llosa de Conversación en la Catedral el que hable en la Feria sino el Vargas Llosa de la coalición de derecha que en estos mismos días realiza una reunión en Buenos Aires. Considero que para la inauguración hay numerosos escritores argentinos que pueden representar acabadamente un horizonte común de ideas, sin el mesianismo autoritario que hoy aqueja al Vargas Llosa de los círculos mundiales de la derecha más agresiva (aunque so pretexto de liberalismo), que diferenciamos del Vargas Llosa novelista, que mantiene viva su sensibilidad como autor de grandes ficciones del realismo histórico-social. Lo invito a que reconsidere esta desafortunada invitación que ofende a un gran sector de la cultura argentina y que junto a las respectivas comisiones directivas de la Fundación El Libro determine que la conferencia de Vargas Llosa –que podríamos escuchar con respeto en la disidencia- se realice en el marco de la Feria pero al margen de su inauguración, y que para este evento inaugural, como es costumbre, se designe a un escritor argentino en condiciones de representar las diferentes corrientes artísticas y de ideas que se manifiestan hoy en la sociedad argentina.

Afectuosamente
Horacio González
Director de la Biblioteca Nacional